martes, 9 de enero de 2007

These days

Mi imagen se refleja ante la pantalla negra y brillante de un televisor apagado mientras oigo cantar a Vince Gill desde mi portátil. Me siento tan pequeño en este espacio enorme y vacío…

Son sólo las seis, (aunque debido a mi tacañería sobrevenida y una especie de cabezonería aragonesa he decidido no pagar otros ocho euros que me cuesta la conexión, así que esto lo leerán mañana ustedes, si hay un mañana) la gente se lanza a la calle en una vorágine consumista al reclamo de las rebajas y cargados con unas bolsas rojas con un triángulo verde en medio regresan a sus casas. Casas, casa que palabra tan extraña, ¿qué es nuestra casa?, ¿a qué podemos llamar casa? Para algunos la definición está muy clara, para otros no tanto. Quizás no deja de ser un sitio donde se guardan nuestras cosas y nuestros recuerdos, quizás es algo más que cuatro paredes mal hechas.

Me he vuelto a quedar pensativo mirando la imagen que se refleja en la pantalla, me veo y no puedo reconocer aquel que era hace tan solo seis meses. Mi vida ha ido tan rápida que no he podido pararme a analizar que ha pasado en todo este tiempo. Hace seis meses cambié de trabajo y conocí a una persona muy especial y ambas cosas cambiaron mi vida. Se que es un tópico decir eso pero es cierto. Han sido seis meses llenos de emociones fuertes, de grandes alegrías e ilusiones que han muerto poco a poco diciendo adiós sin hacer ruido como el viejo soldado del General McArthur. A la gente del Corte Inglés de Cornellà les agradezco su amistad y compañerismo estos seis meses y a por quien mi corazón suspira sabe bien que tan solo con mirarme mi voluntad sería suya.

Mañana se acaba mi extraño viaje, mañana (que es hoy para ustedes) finaliza un viaje que no inicié en un tren de RENFE pero que se apaga mientras se cierran las puertas del Alvia Madrid-Barcelona. Como dirían en la hermosa ciudad de Viena: Servus! (hasta que nos veamos).

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