miércoles, 24 de enero de 2007

La balsa


De pié en un mar de libros, mientras la oscuridad cae lentamente, miro fijamente al vacío mientras mis pensamientos se pierden en un caos de sensaciones. Y sobre toda esta soledad fría e inmensa Dios reina desparramando su Providencia por caminos que desconozco sobre todos y cada uno de nosotros.

Me siento engullido por un torbellino de amargura y de repente ese mar figurado embravece y me veo a bordo de un barco, rodeado de mis miedos que como una tripulación extraña hacen más penoso el viaje. La espuma de las olas enloquecidas fustiga el aire frío del ambiente. Mi embarcación pierde el control y derrotado porque ya no tengo conmigo a quien era mi amor, mi faro y mi guía me hinco de rodillas en la triste balsa e imploro la protección del Altísimo. Entonces lentamente las aguas se calman, los polizones desaparecen y una serenidad misteriosa rodea el paisaje. Una voz rompe la paz y como un susurro se oye por todas las aguas “ten esperanza”. Hundo mi rostro en la balsa buscando consuelo en esas palabras y allí desde lo alto el Verbo continúa guiando mi barca...

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