viernes, 31 de julio de 2009

Aliaga

Tus montañas han sido arañadas por el fuego que todo lo consume, sin detenerse ante la belleza esculpida durante siglos. El color de la vida se tornó olor de muerte y ceniza, mientras mi corazón se abrasó al paso de las llamas que devoraron tus bosques.

Cuando veo destruidos los paisajes de mi infancia las lágrimas surcan mi cara, se me hace difícil el respirar. Clamo a Dios preguntando el porqué de todo esto. Sé que Él es grande y sus motivos no los puedo entender. Lo único que sé es que la visión de cenizas y desolación han arrancado un trozo de mi esperanza. En mis sueños recuerdo el verde de tus bosques, en mi imaginar aún camino entre los pinos de antaño. Como un tesoro quedarás en mi recuerdo, en lo más profundo de mí ser Aliaga siempre será aquel bello lugar que Dios hizo con esmero.