viernes, 19 de octubre de 2007

Cierro los ojos y te veo tal como te recuerdo siempre, con tu sonrisa, con tus ojos brillantes, tu nariz pequeña, tus labios dulces. Así es como te veo, así es como quiero verte siempre. Porque tú eres quien me rescataste del camino a ninguna parte que había tomado, sólo tú eres quien diriges mis pasos con firmeza y seguridad. Mis risas son para ti, mis lágrimas, mis sueños, todo es tuyo, hasta mi vida pertenece a ti. Este blog es tuyo, de nadie más, cada letra que escribo lleva tu nombre, la posees de pleno derecho. Mi alma está atada a la tuya bajo la mirada atenta del Todopoderoso.

Así permanecí en silencio meses y meses, porque nada más necesité, y nada más necesito ahora, pero hoy rompo el silencio que sumía en el olvido lento e implacable a este blog, vuelvo a escribir para decirte que tu eres por quien un día me desperté y por quien a veces no duermo, pensando cómo ganar tiempo para estar contigo, soñando con los días cercanos que pronto llegarán en los que tocaré tu dulce piel cada noche y a cada minuto entre risas y caricias doradas. A ti Moisés, a ti motor de mi vida dedico estas líneas, al marido que algunos sueñan tener en secreto pero que yo tengo sin merecerlo.


Una noche más es hora de dormir, de dejar paso a las fantasías, a los sueños eternos y otra vez no quiero dormir porque no necesito quimeras ni sueños, tú estás aquí, eres real, eres por quien un día descubrí que merecía la pena despertarse y soportar esta extraña carga que nadie entiende que se llama vida. A ti Moisés van estas líneas y a mis fieles lectores les prometo volver a escribir sobre como la vida sigue forjando conexiones.