No soy yo si no la sombra de mi alma la que camina entre calles estrechas.
No son mis ojos los que miran al cielo en busca de una respuesta, son los ojos de la amargura.
No es el tiempo lo que mide la distancia entre los días, es la eternidad vacía.
No es el sueño lo que me da paz, porque la paz me fue robada.
No son mis manos las que suplican esperanzas, son las esperanzas las que se aferran a mis manos.
No somos nosotros los que nos cruzamos, porque en algún lugar nosotros nos perdimos.
Es mi calma la serenidad de aquel que perdió todo y ya no espera nada.
Son mis pies los que caminan sobre los cristales rotos del deseo.
Es mi esperanza la que herida se arrastra.
Son las palabras las que brotan de las llagas del espíritu.
Es el final que ladra a lo lejos aterrando a los sueños.
Son nuestras vidas las que se agitan desesperadas caminando hacia adelante.
Soy yo quien espera fingiendo templanza.
Soy yo quien derramó su alama hasta casi perderla.
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