El tiempo pasa lentamente mientras yo he perdido la noción de la esperanza. Estoy sumido en una rutina anestesiante que me permite no sentir. Mis sueños se disuelven en el anhelo de que el tiempo se detenga o que transcurra aceleradamente. Ojalá Tu pudieses detener el tiempo, para que mis ilusiones se hubiesen cumplido, como lo hiciste aquel día en Gabaon. Pero a pesar de todo mientras no se haya consumido todo el tiempo mantendré la esperanza que yace moribunda entre palabras casi olvidadas.
(P.S.: En el próximo post acabaré la serie de reflexiones dedicadas a la Pascua)
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