Escuchando “Down on easy Street”de Dierks Bentley empiezo a escribir estas líneas con pocas ideas en la mente pero con la sensación de que algo nuevo debe ser publicado.
Cada día cuando me marcho a trabajar me planteo, con libreta roja en el bolsillo, escribir alguna reflexión o simplemente explicar que me ocurrió la noche anterior. Hoy realmente no me ha ocurrido nada en especial, ha sido una noche relativamente tranquila, sin sueños, sin sobresaltos, sólo dominada por ese cansancio acogedor de los jueves que te hace suspirar porque se ve más próximo el domingo, ese día que descansamos (por fin). Aún así no todos descansamos el domingo, algunos lo hacen otros días, otros simplemente no pueden descansar ni aún un día. Anhelamos el domingo como quien ve en él la oportunidad perfecta para realizar todos sus sueños frustrados de la semana pero, a fin de cuentas, la mitad van a quedarse en el rincón de los recuerdos. De esta forma semana tras semana, mes tras mes, año tras año mitificamos nuestro día de descanso hasta convertirlo en un sueño dorado que se ve quintaesenciado en las tan amadas vacaciones, preciosa palabra donde las haya.
Terminando estas líneas suena “Settle for a Slowdown” de Bentley y me doy cuenta que hay cosas que por ser tan hermosas y valiosas no descansamos de ellas ni en domingo y que a buen seguro regalaríamos las vacaciones de toda nuestra vida sin pensarlo ni un segundo a cambio de tenerlas.
Video de Settle for a Slowdown
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