Vivimos en una sociedad que censura lo trágico. Si bien disfruta con series y películas donde el elemento dramático es central en cuanto éste es trasladado a la vida diaria lo rechaza y huye de él.
Podemos hacer reír a la gente con nuestras historias, emocionarse con nuestras alegrías pero cuando intentamos transmitir el dolor, el sufrimiento o la tragedia huimos rápidamente. Posiblemente sea porque nos recuerda que también nosotros sufrimos.
Puede que sea este un buen momento para detenerse un instante y hacer balance de nuestra vida y ver que lo trágico también cuenta, que ignorarlo no es la solución, y que puede que la salida para el dolor y el sufrimiento no esté tan lejos de lo que nos imaginamos. Seguramente todo está más cerca de lo que pensamos y simplemente tenemos que tender la mano y pedir ayuda reconociendo, claro está, que lo trágico también tocó nuestras vidas. Entonces, y sólo entonces, podremos seguir sonriendo.
viernes, 12 de enero de 2007
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