Puede parecer que nuestra vida transcurre plácida y sin sobresaltos y que las circunstancias que vivimos no cambiarán jamás pero; bajo ese manto de aparente tranqulidad se gestan circunstancias que van a poder cambiar totalmente el panorama. Muchas cosas cambian poco a poco o se transforman sin que nos demos cuenta de ello y otras simplemente se transforman bruscamente de un día para otro. Lo cierto es que como un abrir y cerrar de ojos las cosas cambian y con ellas cambiamos nosotros. La virtud de cada uno de nosotros no está en evitar esos cambios, que en mayor medida no controlamos, si no en tener la capacidad suficiente para adaptarnos a ellos y, lo que es más importante, tener una roca fuerte a la que sujetarnos para soportar el cambio. Además, sin lugar a dudas, si uno no se enfrenta solo a los cambios de la vida los podrá afrontar mejor, y que mejor que con alguien a quien hayamos unido nuestra vida y destino; en ese caso enfrentarse al cambio resultará mucho más sencillo. Para los que tengan que enfrentarse solos al cambio o que precisamente tengan como resultado de los caprichos de la vida que enfrentarse solos siempre pueden guardar la esperanza y pensar que, algún día, volverán a abrir y cerrar los ojos y tendrán quien les ayude a enfrentarse a los cambios de la vida.
"Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!
Si dos se acuestan juntos, entrarán en calor; uno solo ¿cómo va a calentarse?
Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir."
"Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!
Si dos se acuestan juntos, entrarán en calor; uno solo ¿cómo va a calentarse?
Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir."
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