lunes, 12 de febrero de 2007

Lágrimas de oso panda (otro cuento japonés)

Se preguntaba porque las cosas eran así, porque no podían ser de otra manera. Pero cuanto más se lo preguntaba más confuso se sentía. Si algo de todo aquello le había quedado claro era que por mucho que se empeñase las cosas no cambiarían porque no dependían de él. Así que dejó de preguntarse porque las cosas no eran como él quería y empezó a disfrutar de las cosas según llegaban. A pesar de todo a veces cerraba los ojos a la realidad y soñaba con vidas irreales, pero era sólo eso, sueños inocentes que vienen en las noches de insomnio y se van cada mañana. Se había propuesto ser feliz aprovechando lo que el buen Dios le diese a cada momento y con ese propósito se fue como llegó, sin nada pero dispuesto a todo. A fin de cuentas él tampoco sabía que pasaría mañana y su trabajo, como el del buen hortelano, ya estaba hecho, todo lo que dependía de él había sido realizado, era tiempo de volver a la rutina con la satisfacción de saber que había sido eficiente y que la lluvia y el sol harían el resto, si había sembrado en buena tierra.

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