viernes, 23 de febrero de 2007

El hombre que se afanaba para lograr cosas imposibles (Masal. Cuento hebreo)

Y esto se parece a un hombre pobre el cual deseaba poseer una pequeña hacienda pero no tenía ni dinero para comprarla ni para mantenerla. Un día le contrataron como guardián de esa hacienda y se sintió por un tiempo como si fuese el propietario. Cuando llegó el momento de dejar de trabajar allí creyó morir de pena porque sentía aquella finca como suya.
Poco después se encaprichó de otra hacienda más lujosa y más cara. Trabajó sin cesar durante años para ahorrar dinero suficiente para comprarla y cuando lo consiguió fue a hablar con su dueño. Pero éste no quiso venderla, a pesar de que le ofrecía el doble de lo que valía. De nuevo el hombre se sintió muy apenado y estuvo casi sin comer por mucho tiempo.
Finalmente vio otra finca mayor, más hermosa y mucho más cara que las anteriores pero entonces, prevenido por el Santo, bendito sea, recordó las experiencias anteriores y pensó: ¿Trabajaré hasta agotarme para luego no lograr comprarla ni disfrutarla? ¿Me consumiré en mis días de juventud ahorrando hasta el último céntimo para luego ver como no consigo nada?

1 comentario:

Anónimo dijo...

“No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos”