El reloj marca que pasan algunos minutos de las doce. Me levanto, serenamente tomo el ordenador entre mis manos, lo enciendo mientras limpio cuidadosamente mis gafas. Cierta sensación de felicidad empieza a despertarse mientras me desperezo y deshago de los restos de los sueños de esta noche. Puede que me equivoque, incluso es posible que viva engañado tras una aparente ilusión quimérica pero hace demasiado buen día para pensar en ello. Hoy es otro día más para disfrutar de las cosas pequeñas de la vida, para preguntarse porque a pesar de que puede que no exista motivo, hoy me siento más esperanzado que ayer. Mezcladas con dulces recuerdos empiezan a sonar en el aire las notas de "la mañana” de la suite Peer Gynt de Edvard Grieg….
domingo, 18 de febrero de 2007
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