jueves, 31 de mayo de 2007

Moshe

De las aguas calmadas del Nilo bajó la esperanza que salvó a Israel, de esas mismas aguas bajó la mía. Aquel libertador fue quien con humildad y mansedumbre enseñó cuanto amaba Dios a su pueblo. Su nombre es hoy reverenciado y tratado con respeto y su figura permanecerá eternamente unida a la memoria de los creyentes, él es Moshe. Para mí ese nombre también expresa el haber encontrado un regalo único y preciado salvado de las aguas solitarias.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente

Anónimo dijo...

Nunca ha sido preferible callar a alzar la voz. :)

Horte Meneses dijo...

Hay un tiempo para callar y otro para gritar...

Al autor:
Me identifiquè con tu manera silenciosa de gritar.
Ese mismo nombre de cinco letras es mi musa viviente.

Anónimo dijo...

Las manillas del reloj giran sin cesar. Con ellas ha llegado el otoño... y la gran dama, tan ansiada por algunos y tan odiada por muchos: la rutina.
Los asiduos lectores de este blog que ha permanecido en un estado de mutismo durante los últimos meses, esperamos impacientes que retoñe con fuerza inusitada, como lo que fue en su día: el vehículo empleado por las manos del alma del autor para hacer públicas sus reflexiones bañadas en brillantez y corazón.