jueves, 8 de marzo de 2007

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Y cansado dejó aquel lugar solitario y prosiguió su camino sabiendo que aún podían pasar muchas cosas, a pesar de que se sentía el hombre más ignorante del mundo.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

No cesó de mirar aquel banco, el único en todo aquel inmenso lugar. Permanecía de pie, rozando la templada madera con el borde de su pantalón vaquero. Las manos en los bolsillos y la mirada recorriendo toda la superficie del banco parecía indicar algo. Pero en realidad, todo lo que indicaba era impotencia e ignorancia. Sabía que lo había estado rozando, y deseando, pero que, como ese banco que parece que siempre seguirá allí, pero que algún día será eliminado del lugar, se le escapó, deslizándose poco a poco entre sus dedos húmedos, pero no por ello menos tristemente.

Anónimo dijo...

Así que hurgó un poco en sus bolsillos y deslizó lentamente una mano hacia a fuera. La acercó al pecho y apretó con fuerza su puño cerrado como si quisiera atravesar con sus dedos las autopistas de su palma. Hizo el ademán de sentarse por última vez pero algo inexplicable le detuvo. Entonces fue cuando abrió su mano y en ella observó el trozo de metal con el que rayaría por última vez la madera para escribir “hasta luego, me arrepentiré siempre” y volver sobre sus pasos hacia donde ya no recordaba.

Sergio Moliner Clemente dijo...

Mientras miraba su propia sombra reflejada en un gran charco se dio cuenta de hasta donde le habían llevado sus pasos temerosos y poco a poco le vinieron a la mente palabras olvidadas. Se mantuvo inmóvil, envuelto en una maraña de dudas, hasta que, bruscamente, miró atrás, musitó unas palabras que se perdieron en la soledad de la tarde, y comenzó a caminar deshaciendo lo andado. De nuevo se volvió a detener y esta vez dudó sobre qué dirección tomar y entonces aquellas palabras del viejo poeta se hicieron tan ensordecedoras en su cabeza que no tuvo que decidir nada; las pronunció en alto y prosiguió con su regreso a la desconocido que tanto ansiaba mientras con dulce angustia pronunciaba “Die Sehnsucht du und was sie stillt…”

Anónimo dijo...

Las palabras del poeta que él pronunció se mezclaron con el aire prístino del lugar más solitario de la tierra. Mas no pararon ahí. Viajaron siguiendo el vuelo de las aves que se dirigían hacia donde el viento las llevara.

Al cabo del tiempo llenaron la atmósfera.
De palabras inscritas en un arrugado y viejo papel llegaron a ser una parte más del aire que cada día respiramos.


¿Dónde están las palabras que una vez salieron de nuestros labios, esas palabras que tanto significaron para nosotros? Si lo sabes, muéstrame ese lugar

Sergio Moliner Clemente dijo...

Aquellas palabras que en la atemporalidad de los deseos nacieron cuando sin darnos cuenta se cruzaron en los extraños caminos de la Providencia. Palabras que nunca vieron la luz pero que ahora crecen con vigor en los rincones del pensamiento, que viajan no como sonidos si no como etéreas y puras ideas. Palabras que busco y pierdo porque escapan de mis labios. Palabras que como estas letras se disipan entre miles de de palabras más en este eterno universo. Palabras que si lograse encontrar trasformarían todo cuanto veo.