Si hoy tomamos un diario cualquiera, de un país cualquiera, nos encontraremos con un sinfín de noticias que van desde crisis económicas pasando por conflictos bélicos hasta reuniones de foros políticos de alto nivel. En cuanto a los artículos de opinión no es ningún secreto el desvelar que la mayoría de ellos tratan de opiniones, propuestas, reflexiones sobre personajes famosos o sobre ideas que afectan a importantísimos asuntos nacionales e internacionales. Pero a decir verdad para muchas personas esto no es tan importante, es mucho más importante el precio de las cosas que han de comprar, si una comida ha salido bien, que ropa han de planchar por las mañanas o cómo compaginar tiempo de ocio y estudio personal. Además cada persona, cada una de estas “minúsculas personas”, se ha de preocupar por ser buen hijo/a, marido/esposa, amigo/a, compañero/a, padre/madre y así hasta un sinfín de responsabilidades que afectan a lo más íntimo del ser. Este tipo de noticias y vivencias diarias no tienen cabida en la prensa, ni en las discusiones intelectuales, ni en nada que pueda considerarse importante. Una vez, aquel genio literario llamado Miguel de Unamuno llamó a este conjunto de cosas “que no importan” Intrahistoria. Aquella historia que no sale en los libros de texto pero que es la historia real, la que viven la mayor parte de seres humanos. La otra, la historia con mayúsculas, es simplemente algo lejano en la mayoría de los casos y que, por desgracia, suele estar en manos de personas que habiendo fracasado o anulado su intrahistoria no tienen otro sitio en el que continuar sus vidas que jugando a construir la historia. Sin lugar a dudas es lo peor que puede ocurrirle a una nación, a un país, y en definitiva a la humanidad. Mientras que cuando aquellos que han sabido cuidar y mantener aquello que “no importa” se han encargado del gobierno de lo sublime es cuando mejor se han gobernado las naciones. Y es que quien no sabe cuidar y hacer felices a aquellos que tiene más próximos hasta en las cosas más comunes no tiene la autoridad de decir a los demás como deben ordenar sus vidas.
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